miércoles, 17 de junio de 2009

Mi niña...

Leí la petición del médico y pasé a la sala para examinar a la paciente.
Una adolescente estaba estirada en la camilla de exploración y su madre, sentada hasta entonces, se levantó como si un resorte la hubiera expulsado de su asiento.
-Buenas tardes, las saludé.
-Buenas tardes doctor, respondió la madre mientras la niña callaba desde una palidez cérea.
-¿Cómo estás?, pregunté a la niña.
-No sé lo que le pasa, respondió la madre, no quiere comer, está rara y llora cada dos por tres.
La madre insistía en responder por la niña que empezaba a mostrar una cierta incomodidad mientras yo empezaba a examinar ecográficamente a la chiquilla.
-¿Cómo son las reglas?, volví a preguntar.
El rostro de la niña tornasolaba entre el blanco de una hoja de papel hasta el bermejo más profundo.
-Ea, la niña nunca me habla de eso, no hay forma de saber cuando tiene la cosa, es que no habla con nadie, pero estudiar estudia mucho, si usted viera sus notas, es un sol de niña.
La niña, alterada por sus recién estrenadas hormonas, había decidido compartir sus genes físicos y vitales con otro adolescente tan perdido como ella y el resultado de aquel intercambio aparecía en la pantalla del monitor.
La madre volvía a la carga y decidí acabar con aquello.
-No sabía que la niña era muda.
-No señor, la niña no es muda, anda dile al doctor lo que te pregunta.
-Vamos a ver, ¿las reglas son regulares?, volví a insistir.
-No sé, respondió con un hilo de voz.
-Pero habla más alto que el doctor no te oye, ay, como son los niños ahora, en mi tiempo corríamos a responder en cuanto nos preguntaban, pero ahora no hay quien les saque una palabra.
-¿Cuando tuviste la última regla?
-Yo creo que fue el mes pasado,¿sabe usted?, es muy regular mi niña y muy buena y muy hacendosa, algo tímida eso sí, pero buena.
-Señora, estoy hablando con su hija y quiero que sea ella la que responda. Empezaba a irritarme aquella situación y dirigí una mirada elocuente a la madre que pareció darse por enterada pues se sentó y estiró su falda como si fuera de goma y pudiera ocultar sus gruesas rodillas.
La ecografía me iba diciendo todo lo que quería saber y la niña ocultaba.
-¿Cómo está mi niña doctor?, es que le duele la barriga y vomita, mirela bien.
-Señora, siempre miro bien a todos los pacientes, dije en un tono severo.
-Vaya, a lo mejor si hubiéramos ido a uno de pago no nos tratarían así, pero claro como es el seguro una tiene que aguantar de todo.
-Me va a decir ¿qué tiene la niña?, ¿es grave?
No fue premeditado. No fue una maldad. Pero fue necesario. Esperaba, sin razón, que a partir de mis próximas palabras madre e hija habláran de todo lo que no habían hablado hasta entonces.
-Verá, contesté con parsimonia, el embarazo no es una enfermedad pero dicen que no se pasa un sólo día bueno. Dentro de siete meses será usted abuela.
El color de la madre mudó. Su boca enmudeció y la niña suspiró profundamente al liberarse de un peso que hasta entonces había llevado sola.
Me levanté indicándoles que esperaran afuera para darles el informe mientras le recomendaba a la madre.
-Hable con ella, hable mucho con ella pero sobre todo, escúchela.

4 comentarios:

Nandín dijo...

Mi buen y admirado apañero mio, eso le pasa poser "muy seguro", si fuera usted "muy privado" no se encontraría cos cosas como esas.
Las "niñas privadas" ya habrían ido directamente a abortar, que para eso, la educación dada muy "privada" de los colegios "castólicos" religiosos, preparan muy bien a sus querubines para competir en puestos directivos y saben muy bien rezar a Dios con una mano y con la otra soltar el mazazo. Todos los días vemos anunciarse clínicas privadas muy adelantadas para muchos tratamientos, y al menor problema, derivan a la seguridad social que da espanto. El problema es que las señoras "muditas", se encuentran en ambas partes jejejeje.
Ha sido muy bueno su consejo de que hablara con ella, pero me parece que ni con el embarazo va a ser la cosa.
Un abrazo

jmdedosrius dijo...

Don Fernando, porque también conozco la medicina privada es por lo que trabajo en la pública y ahí seguiré. Por su comentario conoce de primera mano el espejismo de las privadas que en cuanto tienen un problema lo derivan a la pública que terminará resolviendo los marrones que ellos no quieran asumir. No siempres es así pero casi.
Salud.

Unknown dijo...

Uf.
Pobre chica. Ella lo sabía, seguro, antes de entrar en la consulta.
Como Nandín, pienso que dudo que la madre hablara con su hija, a pesar de tus recomendaciones.
Insisto: ¡pobre chica!.
Gran escrito JM.

jmdedosrius dijo...

Es lo que pasa cuando uno habla sin escuchar nunca al otro. Más o menos lo mismo que les pasa a los políticos, por eso no se entenderán jamás salvo que sea para salvaguardar sus interéses. Ahí nunca habrá bandos, todos pertenecen al mismo.
Le espero el domingo.
Salud, Don Luis.