lunes, 1 de marzo de 2010

Virtudes 3.


Está tendida en la camilla. He de hacerle una ecografía y pincharle un tumor que tiene en el muslo. Llora sin ruido.
-No me haga daño.
-Es sólo un pinchazo. No le haré mucho daño. Voy a utilizar una aguja muy fina.
Toda su vida se ha pinchado pero las agujas le dan miedo.
-No me haga daño, repite, mientras solloza sin parar. Queda muy poco de la niña Virtudes que se desangraba en el quirófano durante una noche sin luz. Sólo algo de piel ajada y unos huesos huérfanos de músculos que hasta ayer esperaban en un arcén a que alguien los alquilara durante un rato para seguir matándose sin esperanza.
Virtudes llora.
Sabe que pronto acabará su viaje por el laberinto de errores y pérdidas por el que tanto transitó sin rumbo que terminó por perderse sin encontrar nunca la salida y tiene tanto miedo ahora que acaba su vida como el que tuvo acostada en un quirófano cuando su vida comenzaba.