jueves, 28 de mayo de 2009

La señorita Clara.

La señorita Clara fue la primera mujer que alteró nuestras hormonas, unos compuestos químicos que eran imprescindibles para iniciar la secuencia de equivocaciones con las que puede comenzar o terminar una vida cualquiera.
Venía por las tardes y cuando empezaba el buen tiempo, después de entrar en clase, se desprendía de la chaqueta colgándola en el perchero de la pared. Desabrochaba su falda y mirándonos descuidadamente la deslizaba despacio por sus caderas hasta el suelo. Aunque debajo de la falda llevaba una combinación que no permitía ver más allá, sus estudiados e indolentes movimientos depertaban pasiones entre nosotros. Después se ponía la bata y se sentaba cruzando las piernas, momento en el que se oía el sonido de múltiples lápices caer al suelo de donde los recogíamos tras haber echado una mirada a sus muslos rotundos.
De niños no somos conscientes de que creceremos hasta ser adultos y cuando lo somos olvidamos que fuímos niños con el mismo ahínco que empleamos en ignorar la vejez que llegará.
La señorita Clara nos iba poniendo poco a poco en el camino de una adolescencia que apareció antes de que supieramos que no seríamos niños nunca más.
Cada tarde la esperábamos con el mismo desasosiego. Hasta que no volvió a aparecer por el colegio...

6 comentarios:

Nandín dijo...

¡Y cómo nos despertaba la curiosidad un hombro, una rodilla o un trozo de espalda...!
Al pasar de los años, uno piensa que algo así tenía que ser, algo con tal magnetismo como para empezar a robarnos la niñez tan impunemente...

jmdedosrius dijo...

La pulsión de aquel instinto tan desconocido y viejo como el mundo hizo que con el tiempo, dos arqueros distantes recordáran el primer cosquilleo físico y mental de una adolescencia que asomaba poco a poco...
Salud, apañero adolescente.

Unknown dijo...

Es curioso que todos hemos tenido, en nuestra infancia, un referente que nos hizo sentir la primera fascinación por el otro sexo.
Además se trataba de verdadera fascinación, que te hacía olvidarlo todo, para dedicarte a hacer de voyeur.

Bien por la señorita Clara.
Quizás nunca supo cual fue su verdadero papel en la clase...

jmdedosrius dijo...

Le voy a poner deberes Don Luis.
A ver, desarrólleme eso de hacer de voyeur, que por otra parte es como me gano la vida...
Así podré valorar si progresa adecuadamente y tuvo las suficientes señoritas Claras que le enseñaron lo necesario.
Salud.

Unknown dijo...

Hombre.
Me refería al voyeurismo de los niños-chicos, cuando es esta la única forma que tienen de descubrir las características diferenciales del otro sexo (que bien me ha salido, ¿no?).

En mi caso, vivía frente a un picadero (un lugar en el que se monta a caballo, por cierto) y el vestuario femenino tenía una ventana que daba a la mía.
Esa ventana del vestuario solía estar abierta en verano...

Hubo muchas señoritas Claras, como usted podrá suponer.

jmdedosrius dijo...

No sólo progresaba adecuadamente sino que iba usted para matrícula con semejantes libros-ventana...
Muy bueno lo del picadero, me he reído un montón.
Salud, pillín...